Artículo
<< Volver a resultados |
GOBERNADORES 3, CENTRO 0
Firma:Pablo T. Spiller
Catedrático,
Univers. de California, Berkeley y Director LECG LLC
[ P ]La intransigencia
de las provincias al ajuste ha creado el nefasto sistema de incentivos existente
en el país
** Nota **El timonazo dado por los gobernadores al derivante
presidente Duhalde ha sido el tercer gol que los gobernadores han otorgado al
país desde que la administración De la Rúa rompió con todas las velas y dejó al
país en esta zozobra económica e institucional.
El primer golazo,
obviamente, fue la designación de Rodríguez Saá; la segunda, la de Duhalde y la
tercera, ésta. Un marciano, o realmente cualquier persona que lea las noticias
sin mayor detenimiento pensaría que los gobernadores son el grupo político con
sensatez, y quienes salvan al país de un curso aún peor. Pero un análisis más
detenido de la realidad política del país sugiere un cuento muy diferente.
Si uno mira el papel que los gobernadores juegan en otros países con
constituciones políticas parecidas (EE.UU. es el más cercano), se ve que en la
Argentina ellos tienen un papel predominante, y lo han tenido no solamente en
estos últimos meses, sino desde siempre.
En la historia reciente argentina,
todo presidente, Alfonsín, Ménem, De la Rúa, Saá y Duhalde, todos negociaron con
los gobernadores sus proyectos económicos. En los EE.UU., ningún presidente en
ningún momento se reunió con los gobernadores, ni siquiera con los de su propio
partido para obtener un consenso político. El consenso político lo logran en el
Congreso.
En la Argentina, sin embargo, el Congreso nunca ha sido el centro
político del país. Los legisladores argentinos duran no más que uno o dos
períodos, sus vidas políticas son determinadas no por los votantes, sino por los
deseos de sus jefes políticos provinciales (léase gobernadores). Mientras que en
Estados Unidos los legisladores antes de tomar sus decisiones consultan a sus
votantes y a los lobbistas, en la Argentina los legisladores consultan a sus
patrones políticos, es decir los gobernadores.
Es por ello que, para
minimizar costos de transacción políticos, los presidentes argentinos tienen que
negociar directamente con los gobernadores. En EE.UU., ese tipo de negociación
es una pérdida de tiempo, pues los legisladores no responden políticamente a sus
gobernadores.
El papel positivo jugado por los mandatarios provinciales
argentinos en esta administración, no tiene que oscurecer el papel nefasto
jugado en administraciones previas. Desde los rompimientos institucionales de
las dos administraciones radicales últimas al descalabro fiscal actual, los
gobernadores han sido responsables de una gran parte de las crisis económicas
del país. Es por eso que el marcador actual es sorprendente. Gobernadores
responsables frente a un centro desubicado. Pero esta sorpresa tiene a su vez su
lógica. Los mandatarios provinciales jugaron con fuego durante los últimos cinco
años, y, como era predecible, les salió mal.
Su intransigencia fiscal, que
requería que el ajuste de cinturón fuera hecho exclusivamente por el centro y
por los privados, pero no por las provincias, propició el sistema de incentivos
nefastos existente en el país. Éste, a su vez, condujo al descalabro fiscal que
eliminó las fuentes de ingresos de capital.
Una vez eliminadas las fuentes
de financiamiento, y eso se volvió bien claro la semana pasada en Washington
cuando el FMI se transformó en el de-facto regente de la política económica del
centro (véase mi articulo del 18 de abril), el juego de los gobernadores cambia.
En particular, el de las provincias grandes. Confrontados a una restricción
fiscal rígida, o se logra que el país retome su capacidad de atracción de
capitales, o la pelea se dará entre las provincias.
Fue el momento de actuar
en conjunto. Los mismos intereses que los llevaron a comportarse en forma
irresponsable, los llevó la semana pasada a tomar el timón. Es momento de
quitarse a los gobernadores de encima. Para ello, es fundamental reformar la ley
electoral, eliminando la dependencia de los legisladores en los jefes políticos
provinciales. Eso generará una clase política profesional, estable y
responsable. Capaz que ello le dé a la Argentina la estabilidad institucional y
económica que le ha faltado desde su creación
DIA02 MES05
ANO2002 20020502 ANO02